Glaucoma de Ángulo cerrado

Por su parte, el glaucoma de ángulo cerrado provoca súbitos ataques de aumento de la presión intraocular, que generalmente afectan a un solo ojo. Lo que sucede es que en quienes lo padecen el espacio entre la córnea y el iris por donde normalmente el fluido sale del globo ocular es más estrecho de lo normal, y cualquier factor que dilate la pupila puede hacer que el iris bloquee el drenaje de fluido, dando lugar al imprevisto aumento de la presión, por lo que en caso de duda es mejor abstenerse de dilatar la pupila, siendo la fenilefrina el agente farmacológico que provoca los efectos mas indeseables.
Existe un riesgo de entorno al 70-80% de que se produzca un ataque agudo de glaucoma en el ojo contralateral, por lo que se debe tratar siempre mediante iridotomia preventiva con laser, hemos de resaltar tambien que el uso crónico de mióticos no sustituye a la iridotomia.
Los síntomas repentinos que caracterizan a este tipo de glaucoma son: ligero empeoramiento de la visión, halos de color alrededor de las luces, dolor en el ojo y en la cabeza. Pueden durar tan sólo unas pocas horas, para más tarde transformarse en un ataque más grave: una rápida pérdida de la visión y un repentino y agudo dolor que late en el ojo, el párpado se hincha y el ojo se torna lloroso y rojo, la pupila se dilata y no se cierra normalmente ante una luz intensa.
Todo esto puede ir acompañado por náuseas y vómitos que pueden confundir el diagnóstico. Estos ataques suelen ser recurrentes, y progresivos: cada vez el campo visual es más reducido.